Al tiempo que tu mirada sonríe con mis torpes y fingidas gracias
y tu melena rizada se transforma ante mis tristes ojos,
puedo contemplar ese frágil y sedoso interior que posees,
puedo paladear esa inocencia tan sumamente bella que atesoras
y negarme a soñar con ese paraíso que hoy, sin más, me ofreces
La condena que cumplo actualmente es perpetua y única,
no querría, no sería capaz de compartirla con alguien como tú
No eres merecedora de este infierno baldío en el que no sé navegar
y en el que cada noche me obligo a encadenarme
para, cada 104 minutos, intentar lanzarme a ese océano podrido
que es mi futuro y no tener en mente más que una palabra, naufragar
No pruebes a acariciar mi alma con tu cálida voz aniñada,
el sol congeló cada sentimiento bueno y no aprendí a mantenerlos
No quieras bucear en mi dolor y mi agonía,
el viento trajo a mi interior la pena y no la dejó volver a salir
No anheles conocer mi tosca e incomprensible verdad,
la lluvia la ahogó en lamentos de varios idiomas al otro lado del silencio
No trates de sujetar con tu bondad a ese lobo rabioso y cansado,
pues mañana regresará a su más húmedo y recóndito cubil,
para mantenerse eternamente encerrado, muy lejos de ti